Tres Personas divinas

08/07/2024

La doctrina bíblica de la Trinidad.

Algunos antitrinitarios afirman que, debido a que no hay un texto bíblico que explique la Trinidad explícitamente, entonces la doctrina no es bíblica. Sin embargo, se podría decir lo mismo de cualquier otra doctrina. Es decir, aunque puede ser que un texto muestre algún componente de una doctrina, difícilmente ese único texto mostrará todos los aspectos y los detalles. Por lo tanto, no basta tomar un solo texto y afirmar que algo es así, porque un pasaje bíblico solitario puede conducirnos a conclusiones erradas, ya sea por contradicción de verdades, o por dejar fuera elementos importantes. Por eso, al elaborar una doctrina, debemos analizar todo lo que la Biblia dice, y no exigir solo un texto aislado.

Una doctrina de revelación progresiva
Al estudiar la Persona de Dios del Antiguo al Nuevo Testamento, observamos que esta es una doctrina de revelación progresiva. En el Antiguo Testamento encontramos un marcado énfasis en el monoteísmo (Deut. 4:35; 1 Rey. 8:60; Isa. 44:6). Pero, a pesar de aquello, se pueden ver vislumbres de una pluralidad de personas en la realidad de la Deidad (Gén. 1:26; 3:22; 11:17; Isa. 6:8; 48:12-16). En el Nuevo Testamento, con la venida de Jesús y del Espíritu Santo, se inauguró una nueva era, marcada por un aumento en la revelación divina (Juan 1:9, 14, 18; 7:39; 14:26; Heb. 1:1, 2).
Esto no significa que los Testamentos se contradigan, sino que la nueva revelación complementa la anterior y la desarrolla.

Una doctrina con presentación pedagógica
Por otro lado, al estudiar la doctrina de la Trinidad desde una perspectiva pedagógica –y tomando en cuenta todos los datos bíblicos–, aparecen las siguientes verdades.
1-Existen tres Personas divinas. En la revelación progresiva se establece la existencia de tres Personas a quienes Cristo designó como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: “Por tanto, vayan a todas las naciones, hagan discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19). Pero ¿es el Espíritu Santo una persona? Los grupos antitrinitarios de tendencia arriana reconocen la personalidad del Padre y del Hijo, pero niegan la del Espíritu. Así, lo tratan como si fuera una fuerza impersonal que emana del Padre.
Sin embargo, la declaración de Jesús en Mateo 28:19 es fundamental para refutar esta interpretación equivocada. Porque, si el Espíritu Santo no fuera una persona y tan solo existieran el Padre y el Hijo, ¿qué necesidad tenía Jesús de mencionarlo? Si solo se tratara de una fuerza que emana del Padre, la sola mención del Padre ya contendría la supuesta “energía” del Espíritu. Por eso, es incoherente decir en este verso que, mientras que el Padre y el Hijo son dos personas, el Espíritu Santo no lo es. Además, un estudio cuidadoso revela que el Espíritu posee todas las características de una persona: intelecto, emoción y voluntad (Hech. 10:19, 20; 13:2; 15:28; 16:6; Efe. 4:30; Isa. 63:10; 1 Cor. 12:11; Rom. 8:26).

2-Cada Persona es Dios. La Biblia llama a cada una de estas Personas Dios. El Padre es llamado Dios: “La religión pura… ante Dios el Padre…” (Sant. 1:27). El Hijo es llamado Dios: “El Verbo era Dios… el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:1, 14); “… gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). El Espíritu Santo es llamado Dios: “Ananías, ¿por qué Satanás ha llenado tu corazón hasta inducirte a mentir al Espíritu Santo?… No has mentido a los hombres, sino a Dios” (Hech. 5:3, 4).

3-Dios sigue siendo uno. Y, aunque hay tres Personas, que son Dios, los Tres no son tres dioses; sino tres Personas que comparten la misma esencia o naturaleza divina (es decir, los mismos atributos). Por eso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son uno en cuerpo o en persona, sino uno en “unidad”. Uno de los textos que con mayor fuerza comunica esta verdad es Deuteronomio 6:4: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor es uno solo”. Es interesante que la palabra hebrea traducida aquí “uno” es la misma palabra que se usa en Génesis 2:24 para indicar que el hombre y la mujer llegan a ser “una sola carne”. Y esa misma palabra se usa muchas veces para hablar de unidades compuestas (Gén. 1:5; 41:26; 11:6; 34:16; 2 Crón. 30:12; Jer. 32:39; Eze. 37:17).
Y, aunque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen funciones diferentes, los Tres actúan por amor en favor de la raza humana (1 Ped. 1:2)

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