LA EXCUSA PERFECTA

Generando confianza en nuestras relaciones personales.

María habló con su terapeuta sobre una situación repetitiva que se estaba dando en su matrimonio. “Él siempre tiene la excusa perfecta”, lamenta. “¡Yo acabo pareciendo la persona desequilibrada y la que siempre se mete con todo y no lo deja vivir en paz! Y lo que es peor, ¡creo que tiene razón! ¡Él me dice que lo único que sé hacer es exigirle!”

Entonces, el terapeuta la mira y le pregunta: “¿Crees que las exigencias están justificadas?”

María mira al techo con cara de frustración y dice que sí, que ella siempre tiene que llegar a fin de mes porque él nunca tiene dinero. “Hace poco se quedó sin trabajo y ahora se dedica a trabajos menores, pero yo soy la que mantiene la casa en orden, la que paga todas las cuentas, la que lleva a los niños al colegio y la que cuida de todos cuando están enfermos. A veces sale de casa sin dar ninguna razón y vuelve tarde, y no puedo quejarme porque se enoja, empieza a gritarme y a decir que nunca puede hacer lo que quiere, y que vive atrapado en esta casa. Entonces se enfada y no me habla durante tres o cuatro días, e incluso se va a casa de su madre y ni siquiera duerme aquí. ¿Tengo que aprender a callarme?”

Pero esto no es todo. María ha descubierto a su esposo enviando mensajes a una antigua compañera de trabajo y hablando con ella de asuntos íntimos. “¡Él opina que yo no estoy en mis cabales y que ‘veo cosas donde no las hay’! Además, agrega que él no puede vivir así, que yo exagero todo y sospecho de todo, y que estos mensajes ‘no son para tanto’ ”.

Ahora bien, luego de que María leyó estos mensajes, él bloqueó el teléfono celular argumentando que nadie puede invadir su privacidad. “Con esta medida, mis sospechas aumentan aún más. ¡Estoy nerviosa y estresada por la situación! ¡Me siento agotada! No puedo vivir así…”.

No obstante, este caso tiene otra arista. María expone: “Por otro lado, él es un buen padre. Lo veo jugar con nuestros hijos pequeños, y ellos se ríen y disfrutan de su presencia. Es aquí cuando pienso que él tiene razón, que soy una exagerada que vive apresada por fantasmas inventados por mi desconfiada imaginación”.

Al escuchar el testimonio de María ciertamente tenemos la sensación (e incluso la convicción) de que su marido no solo le esconde cosas, le miente y la engaña; también la manipula para hacerle creer que la culpa es de ella.

Más allá de esto, surgen interrogantes interesantes: ¿Son buenos los celos en una relación? ¿Es ella celosa porque él tiene una actitud que los provoca o es solo un problema de ella? ¿Puede un hombre casado mantener frecuentes conversaciones íntimas con mujeres que no sean su esposa?

Cada comportamiento en una relación generará un resultado. Ninguna relación puede mantenerse sana sobre la base de la desconfianza, ya sea justificada o patológica. Ninguna relación es sana si no aceptamos los errores de la otra parte. Recordemos algo clave: la violencia verbal, psicológica o física nunca es aceptable ni está justificada. Nunca. ¿Qué hacemos para fomentar la confianza en nuestras relaciones? Nuestra actitud tiene que ser clara, ser honesta, generar tranquilidad, no causar confusión y —si estamos ante una situación patológica—, hay que tratarla con un profesional de la psicología o la psiquiatría.

  • Lorena Finis de Mayer

    Lorena Finis de Mayer es argentina y escribe desde Berna, Suiza. Desde hace varios años es columnista en la Revista Adventista y sus artículos son muy valorados por la exacta combinación de sencillez y profundidad.

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