AL BORDE DE LA DESTRUCCIÓN

02/07/2025

Ecos de las tensiones entre Israel, Irán y Estados Unidos.

En las últimas semanas, el mundo ha observado con asombro cómo las tensiones entre Israel, Irán y Estados Unidos escalaron hasta un punto crítico. Los analistas internacionales advirtieron que estuvimos al borde de la Tercera Guerra Mundial, con misiles cruzando territorios históricos y palabras amenazantes lanzadas desde tribunas políticas. En un abrir y cerrar de ojos, el Medio Oriente volvió a ser el centro de las noticias globales, y de nuestras oraciones más urgentes.

Estos eventos no son simples accidentes geopolíticos. La Biblia nos recuerda que en el tiempo del fin habría una intensificación de los conflictos. Jesús advirtió: “Oirán de guerras y de amenazas de guerras” (Mat. 24:6, NTV). Si bien la historia humana siempre ha estado marcada por conflictos, la frecuencia, la intensidad y el alcance global de estos enfrentamientos parecen reflejar una aceleración profética.

La fragilidad del mundo se hace cada vez más evidente. Hoy puede ser un día normal. Mañana, un misil puede cambiar el curso de la historia. Nunca sabemos cuándo nuestro mundo puede cambiar para siempre. Las comodidades cotidianas que damos por sentadas pueden esfumarse sin previo aviso. Como cristianos, no vivimos con miedo; pero sí con urgencia y esperanza, sabiendo que el reloj profético avanza silenciosamente.

Y, sin embargo, el mundo sigue girando.

Las bombas no han caído sobre todas las ciudades. Todavía se oyen risas infantiles en los parques. Todavía hay tiempo para orar, para servir y para amar. ¿Por qué? El apóstol Pedro nos ofrece la respuesta: “En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan” (2 Ped. 3:9, NTV).

Piensa en esto: todavía hay personas en Medio Oriente que necesitan escuchar del amor de Dios. Hace poco, escuché un informe de Radio Mundial Adventista donde se mencionaba que una buena cantidad de personas estaban recibiendo no solamente las ondas de radio, sino también estudios bíblicos completos por ese medio.

Sin duda, si el tiempo se prolonga, es por misericordia.

La inspiración profética de Elena de White añade una imagen conmovedora. En el libro Primeros escritos, ella describe cómo los ángeles de Dios están aún sosteniendo los vientos de la destrucción, impidiendo que los juicios definitivos se desaten sobre la Tierra.

Escribe: “El tiempo del sellamiento es muy corto, y pronto terminará. Ahora, mientras los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, es el tiempo para asegurar nuestra vocación y elección” (p. 89).

Es decir, el juicio no ha comenzado plenamente porque el Cielo espera que más personas sean selladas para la eternidad.

Vivimos en un paréntesis de misericordia. Un tiempo extraordinario en el que, a pesar de la violencia, la polarización y la incertidumbre, el mensaje de esperanza puede seguir siendo diseminado. Pero este paréntesis no es eterno. No podemos dormirnos esperando que la paz del mundo dure por siempre.

El conflicto global que se evitó hace solo unos días podría ser solo un preludio de lo que viene. Ahora es el tiempo de prepararnos para la segunda venida de Cristo.

Prepararse no significa construir un búnker o acumular provisiones. Significa abrir el corazón a Jesús, aferrarse a sus promesas, vivir con santidad, y compartir con otros la buena noticia de que hay esperanza más allá del caos.

La venida del Señor será tan cierta como el amanecer. Pero también será repentina. Como dice Pablo: “Cuando la gente esté diciendo: ‘Todo está tranquilo y seguro’, entonces le caerá encima la catástrofe tan repentinamente como le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada; y no habrá escapatoria posible” (1 Tes. 5:3, NTV).

No dejemos pasar este llamado. Mientras los ángeles aún sostienen los vientos, que nuestras manos se ocupen en servir, nuestros labios en testificar y nuestro corazón en buscar a Dios. El fin de este mudo aún no se ha desatado porque Dios todavía espera por ti y por mí.

  • Pastor y doctor en Teología. Desempeña su ministerio en la ACES desde 2001. Autor de "Versiones de la Biblia", es Jefe de Redacción y director de la Revista Adventista desde 2010. Está casado con Claudia y tiene dos hijos: Gabriel y Julieta.

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