Cómo entender que Cristo es el “Hijo” unigénito de Dios.
Algunos grupos antitrinitarios disminuyen la divinidad de Cristo al sostener que fue literalmente engendrado por el Padre. Para los arrianos, esto equivale a que fue creado; para los semiarrianos, es diferente a ser creado; pero ambos concuerdan en que hubo un tiempo en el que Cristo no existía y llegó a la existencia por alguna acción del Padre. Para sostener esas ideas se suelen citar algunos textos bíblicos que vamos a analizar brevemente.
El Unigénito
Puesto que algunas versiones de la Biblia llaman a Cristo “unigénito” (Juan 1:14, 18; 3:16, 18; 1 Juan 4:9, RV 1960), los antitrinitarios sostienen que esta expresión significa “único engendrado”. Para ellos, Cristo es el único a quien el Padre trajo directamente a la existencia; y, por tanto, Cristo tuvo un inicio.
La palabra griega que la Reina-Valera 1960 tradujo como “unigénito” es monogenés. Se compone de monos, que significa ‘único’, ‘solo’, y del adjetivo genos, que significa ‘clase’. No deriva de gennao, que sí significa ‘engendrar’. Por eso, la traducción correcta de monogenés es “único en su clase”, “solo”, “único”. Gramaticalmente, monogenés tiene que ver con posición (único en su género), y no con nacimiento. Monogenés aparece en otras partes de la Biblia, y la Reina-Valera 1960 la ha traducido correctamente como “único”. Se usa en la historia de la viuda de Naín, como hijo “único” (Luc. 7:12); en la historia de la hija “única” de Jairo (Luc. 8:42), y en la de un muchacho endemoniado descrito como hijo “único” (Luc. 9:38). En Hebreos 11:17, Isaac es llamado el monogenés de Abraham. Si monogenés significara “único engendrado”, Isaac no podría ser el monogenés de Abraham, porque Abraham tuvo otros hijos (Gén. 16:15, 16; 25:1, 2, 6). Pero, Isaac es monogenés no por nacimiento, sino por ser el hijo especial de Abraham, único en su condición de hijo prometido.
Las versiones modernas de la Biblia reconocen que la traducción correcta de monogenés no es “unigénito”, sino “único”, y es así como la traducen las cinco veces que Juan la usa para referirse a Cristo (Juan 1:14, 18; 3:16, 18; 1 Juan 4:9). Pero ¿cómo se introdujo la traducción “unigénito” en nuestras versiones? Lamentablemente, esta traducción se incorporó en las primeras traducciones al español por la influencia de la Vulgata latina que tradujo erróneamente monogenés como unigenitus. La palabra griega monogenés no describe a Cristo como un ser creado, o que ha salido del Padre, sino que designa la relación única y especial que existe entre él y su Padre. Aunque Dios tiene hijos por creación, como los ángeles (Job 1:6), y por adopción, como los redimidos (Rom. 8:12-17), Cristo es Hijo de Dios en un sentido único, porque él es Dios y posee la misma naturaleza divina que tiene el Padre (Juan 1:1). “Padre” e “Hijo” son expresiones que la Deidad usa para mostrar la relación especial que hay entre ellos, y no porque el Padre sea “biológicamente” el Padre de Jesús.
En armonía con lo anterior, Elena de White afirma que, “‘Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito’, no un hijo por creación, como lo fueron los ángeles, ni un hijo por adopción, como lo es el pecador perdonado, sino un Hijo engendrado en la imagen expresa de la persona del Padre, y con todo el brillo de su majestad y gloria, uno igual a Dios en autoridad, dignidad y perfección divina”.1 Hay que enfatizar que, para ella, la expresión “Hijo” no implica que el Padre lo trajo a la existencia, porque él es “igual a Dios, infinito y omnipotente. […] Es el Hijo eterno y existente por sí mismo”.2 Y, “en Cristo hay vida original, no prestada ni derivada de otra”.3
«Yo te engendré hoy»
Otro texto que se usa para decir que el Padre engendró literalmente al Hijo está en Hebreos: “Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: ‘Mi Hijo eres tú, yo te engendré hoy’ […]?” (Heb. 1:5). Este texto es una cita del Salmo 2:7, y el contexto muestra que tiene que ver con la entronización de David como rey de Israel (vers. 1-12). Y “engendrar” no era una referencia a la concepción física del rey, sino a la adopción que Dios hacía de él en ocasión de su coronación (2 Sam. 7:14).
Sin embargo, este salmo también es mesiánico (Hech. 4:23-30; Heb. 5:5). Y “engendrar” aquí tampoco tiene algo que ver con un nacimiento literal. Los apóstoles aplicaron esta expresión a dos cosas. En primer lugar, a la resurrección de Jesús: “Nosotros también les anunciamos a ustedes la buena nueva de la promesa hecha a nuestros padres. Dios la ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, al resucitar a Jesús; como en el salmo segundo está escrito: ‘Mi hijo eres tú. Yo te engendré hoy’. Y acerca de que lo resucitó de entre los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: ‘Les daré las santas y seguras bendiciones prometidas a David’ ” (Hech. 13:32-34). La resurrección de Jesús ratificó su título como Hijo de Dios (Rom. 1:4). Y en segundo lugar, los apóstoles también aplicaron esta expresión a la entronización de Cristo en el cielo como rey y sumo sacerdote después de su resurrección y ascensión (Heb. 1:5; 5:5).
Referencias:
1 Elena de White, The Signs of The Times, 30 de mayo de 1895.
2 White, El evangelismo, cap. 18, p. 616. La cursiva es mía.3 White, El Deseado de todas las gentes, cap. 58, p. 489. La cursiva es mía.
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