DETRÁS DEL VELO

15/12/2025

¿Cuándo entró Cristo al Lugar Santísimo?

En Hebreos 6:19 y 20 se dice que, después de su ascensión, Jesús entró en el Cielo. Lo hizo “más allá del
velo” o “dentro del velo” (RVR 95) a fin de ser nuestro Sumo Sacerdote. Basados en esto, algunos intérpretes han concluido que tan pronto como Cristo ascendió al Cielo empezó su ministerio en el Lugar Santísimo. Así, no habría fundamento bíblico para enseñar que Jesús entró allí recién en 1844. Por eso, algunos comentadores sostienen que la expresión “dentro del velo” alude al velo interior que separa el Lugar Santo del Santísimo. ¿Es esto así?

En la Biblia existe una clara relación entre el Santuario terrenal y la obra que Cristo iba a realizar en el Santuario celestial. De acuerdo con Hebreos, el Santuario terrenal era apenas una “copia y sombra” y un “símbolo” (Heb. 8:5; 9:9) del ministerio que Cristo iba a realizar en el Santuario celestial.

La inauguración del Santuario terrenal

De acuerdo con el Antiguo Testamento, antes de que los sacerdotes pudieran oficiar en el Santuario terrenal, este tenía que ser inaugurado. En Éxodo 40:1 al 16, Dios encomienda a Moisés la tarea de ungir el Santuario y a los sacerdotes antes de que Aarón fuera ungido.

En el versículo 9, se ordena: “Tomarás el aceite de la unción, y ungirás el santuario y todo lo que está en él. Lo santificarás con todos sus utensilios, y será santo”. Es significativo que “el arca del testimonio” (vers. 3), ubicada en el Lugar Santísimo, sea el primer mueble que se menciona. El día de la inauguración del Santuario terrenal, Moisés tuvo que entrar al Lugar Santisimo, “dentro del velo” (Éxo. 26:33) y ungir el arca. Luego, ungió las cosas del Lugar Santo, los objetos del atrio y, finalmente, ungió a Aarón y a sus hijos.

Esta misma ceremonia se detalla nuevamente en Levítico 8:10 al 12: “Y Moisés tomó el aceite de la unción, y ungió el santuario y todo su contenido, y lo santificó. Con el aceite roció siete veces sobre el altar y lo ungió con todos sus utensilios, y con la pila y su base, para santificarlos. Del aceite de la unción derramó sobre la cabeza de Aarón y lo ungió para santificarlo”.

Después de esta inauguración, quedó habilitado el sacerdocio para oficiar todos los días en el Lugar Santo (Éxo. 25:30; 30:7) y el sumo sacerdote una vez al año en el Lugar Santísimo (en el Día de la Expiación).


La inauguración del Santuario celestial

Siguiendo el modelo del Santuario terrenal, Cristo no podía empezar su ministerio sacerdotal si primero no se inauguraba el Santuario celestial. Así, en Hebreos 6:19 y 20 se describe ese momento inaugural cuando Cristo entró al Lugar Santísimo a fin para inaugurar el Santuario celestial.

Los capítulos 8 al 10 de Hebreos retoman y expanden esta escena de inauguración, afirmando que Cristo “se sentó a la diestra del trono de la Majestad en el cielo” (Heb. 8:1) y que, después de ofrecerse como sacrificio por los pecados, “se sentó a la diestra de Dios” (Heb. 10:12, 13). Lo anterior es una referencia al Salmo 110, que indica que el Mesías no solo sería proclamado rey, sino también ungido como sacerdote (vers. 1-4).

En Hebreos 9:12 se declara que “Cristo entró para siempre en el santuario, no con sangre de machos cabríos ni de becerros, sino con su propia sangre”. Este pasaje no se refiere al Día de la Expiación, sino al día en que Cristo entró al Santuario celestial para inaugurarlo. Aquí se habla de “machos cabríos” y “becerros”, animales que aparecen en los rituales de inauguración del Santuario terrenal (Núm. 7:87, 88). Luego, Pablo argumenta que el Santuario terrenal fue “inaugurado” no sin sangre (vers. 18-21). Después, utiliza la misma palabra en griego para hablar de la inauguración del ministerio de Cristo en el Santuario celestial: “Así, hermanos, siendo que por la sangre de Jesús tenemos plena seguridad para entrar en el santuario, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió (‘que él inauguró’, LBLA) a través del velo, esto es, de su carne” (Heb. 10:19, 20).

Nótese que esta inauguración fue un evento puntual en el tiempo: Cristo inauguró el Santuario celestial y, posteriormente, continuó su ministerio intercesor. Según el modelo del Santuario terrenal, después de la inauguración del Santuario celestial, Cristo ministró en el Lugar Santo durante 18 siglos (Rom. 8:34; Heb. 4:14-16; 1 Juan 2:1, 2), y luego en el Lugar Santísimo desde 1844 (Dan. 8:14; Heb. 9:23, 24).

La inauguración del Santuario celestial estaba profetizada en Daniel 9:24, donde se declara que uno de los últimos acontecimientos dentro de la profecía de las setenta semanas sería el ungimiento del “santo de los santos” (Dan. 9:24). En hebreo, esta expresión siempre se usa para referirse a los objetos consagrados al servicio del Santuario (Éxo. 29:37; 30:29; 40:10; Lev. 2:3, 10; 6:17; 10:12; Eze. 43:12).

Puesto que el contexto general de Daniel 8 y 9 trata sobre el Santuario celestial, es evidente que aquí se predice el ungimiento o inauguración del Santuario celestial, justo antes de que Cristo comience su obra como Sumo Sacerdote (Heb. 8:1-5). Esta profecía se cumplió en el año 31 d. C., cuando Cristo ascendió al Cielo. Al ser entronizado, inauguró el Santuario celestial y dio inicio a su obra mediadora en favor de nosotros (Heb. 8:1-5; Hech. 2:32-36).

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