¿Cuántos integrantes tiene nuestra mesa a la hora de comer?
Romina estaba terminando de cocinar las legumbres cuando Pedro, su marido, entró en la cocina. Luego de mirar lo que estaba haciendo su mujer, buscó rápidamente algo entre las sartenes, respiró hondo, abrió la heladera, tomó un poco de queso, mayonesa y dos rebanadas de pan con el claro fin de hacerse un sándwich. Inmediatamente, con notorio rostro de enojo, Romina lo mira y le dice: “¡Oye! ¿No puedes esperar diez minutos más a que termine de cocinar la cena?”
Ella apenas había llegado a completar la frase cuando entró su hijo al recinto e hizo exactamente lo mismo que el padre. Ya gritando, la madre dice: “¡Mira esto, Pedro! ¿Lo ves? ¡El niño está haciendo lo mismo que tú!” Y agrega: “Hace mucho tiempo que no comemos todos juntos en la mesa. Siempre estamos corriendo de un lado para el otro, sin paciencia y con mucho estrés. Siempre comemos rápido y cualquier cosa. ¡Luego te enfermas y no sabes la razón! Yo hago todo lo que puedo para que comas de una forma más sana y que podamos tener una familia unida. ¡Pero así no puedo! Parece que lo único que quieres es hacerme enojar”.
Claramente, la situación en ese hogar no era la ideal.
Pedro, que estaba masticando su bocadillo, mira a su hijo y le hace el gesto de que deje su sándwich en la mesa (y luego él hace lo mismo). El hijo entiende rápidamente y, sin decir una palabra, obedece al instante. “¡Y a mí no me mires así!”, le dice Romina a su hijo. “Busca los platos y ponlos en la mesa. ¡Y llama a tu hermana, que seguro que está con el celular!”
Cuando todos los integrantes de la familia estuvieron reunidos en la mesa, Romina se puso en pie y expresó: “¿Ustedes creen que esta casa es una especie de restaurante de comidas para llevar, donde cada uno toma algo y luego se va a su habitación para navegar por el celular o encender una pantalla para ver una película? ¿Piensan que este hogar es un mercado para extraer víveres y luego irse al sillón para aislarse en las redes sociales? ¿Creen que así puede funcionar una familia? ¡Desde hoy en esta casa empezaremos a comer todos juntos, como una familia civilizada! ¡Me cansé! ¡Y queda prohibido en la mesa el uso de celulares y pantallas!”
¿Era necesario que la madre pronunciara este discurso ante su familia? ¿Es correcto lo que dijo? ¿Es importante reservar un momento del día para reunirse en familia y comer juntos? ¿Es importante que no haya elementos electrónicos que distraigan a la hora de comer?
Sin duda, existen diferentes tipos de realidades, costumbres, horarios, actividades y prioridades en las familias; y no siempre conseguimos el ideal. Ahora bien, dejar de buscar el ideal nos aleja cada vez más de él. A veces no almorzar o cenar juntos ni siquiera es una imposibilidad, sino una mala costumbre. A veces no se puede hacer en todas las comidas, pero sí en una de ellas. A veces no se puede hacer todos los días, pero se pueden elegir unos días en los que esa comida se haga en familia.
Nunca desestimemos la importancia de comer juntos en familia. Esto hace posible varias cosas:
– Crea momentos de mejor relación entre los miembros.
– Nos ayuda a observar a los demás, lo que permite identificar la tristeza, la preocupación, la alegría o el cansancio.
– Permite momentos de comunicación; por eso es importante no comer y estar con el celular al mismo tiempo.
– Favorece un momento de oración familiar, aunque solo sea en torno a la comida.
La familia está siendo atacada desde muchos frentes. Por esta razón, tenemos que intentar fortalecer cada frente de batalla y estar juntos y unidos, ¡incluso hasta en una comida!
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