EL ENCANTO DE LO OCULTO

08/12/2022

“Al resto de los que están en Tiatira […] a ustedes que no siguen esa enseñanza ni han aprendido los mal llamados ‘profundos secretos de Satanás’ ” (Apoc. 2:24, NVI).

La idea de acceder a un conocimiento oculto, vedado a la mayoría, reservado solo a unos pocos elegidos, ha atraído desde siempre a los seres humanos. Según la crónica bíblica de los orígenes, esa oferta, ligada a la procura de estatus para compensar una autoestima baja y como caricia para el ego, fue la llave que permitió al mal instalarse en un mundo originalmente perfecto: “Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal” (Gén. 3:5, NVI).

De allí en más, el encanto de lo oculto habría de seducir a las multitudes fascinadas por el misticismo esotérico de las milenarias religiones orientales, de los cultos grecorromanos de misterio, del gnosticismo (del griego gnosis: conocimiento) judeocristiano, de las sociedades secretas de la Europa moderna y de los diversos sincretismos pagano-cristianos contemporáneos.

Las artes ocultas de los magos de Faraón, incapaces de impedir ni de revertir la disciplina divina, aparecen aludidas en los eventos descritos en ocasión del derramamiento de la sexta copa de Apocalipsis: “Y vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta tres espíritus malignos que parecían ranas. Son espíritus de demonios que hacen señales milagrosas y que salen a reunir a los reyes del mundo entero para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso” (16:13, 14; Éxo. 8:1-15).

“La curiosidad mató al gato”, dice el viejo adagio. El ofrecimiento de una experiencia que es privilegio de pocos y que las coloca por encima del resto es la gran carnada, el casi infalible mecanismo de captación y reclutamiento, que termina convirtiendo a las personas en esclavas de sustancias psicoactivas, de la pornografía, del fanatismo sectario, de desviaciones sexuales, de ideologías autodestructivas, etc.

Una de las grandes reversiones irónicas de roles por parte de Juan en Apocalipsis consiste precisamente en el elogio de los pocos que no ceden a la seducción de lo oculto (Apoc. 2:24), y en el aparente desafío irónico a la mayoría iniciada en ello, a los presuntos descifradores de misterios y poseedores de un conocimiento inaccesible para el común de los mortales (Apoc. 13:18).

De hecho, la gran escena cúltica del capítulo 13 evoca, además de su dimensión escatológica para el tiempo del fin, una multitudinaria iniciación típica de las religiones orientales de misterio que competían en el siglo I con el cristianismo, en las cuales muchos cristianos habían militado antes y a las que algunos de ellos se sentían inclinados a volver, merced a la propuesta de una síntesis pretendidamente posible entre la religión del Nazareno y el paganismo iniciático (1 Cor. 10:20, 21; Efe. 5:11, 12). Con otros atuendos y nombres, el ocultismo sigue hoy desplegando con notable éxito su seductor encanto fuera y dentro del cristianismo.

  • Pastor, doctor en Teología y docente universitario de destacada trayectoria. Actualmente ejerce su ministerio como profesor en la Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Rep. Argentina.

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