Mirando de reojo la profecía de Apocalipsis 13.
Desde el presidente de los EE. UU. (Donald Trump), pasando por el mandatario de Francia (Emmanuel Macron) e incluso hasta el presidente argentino (Javier Milei), muchas autoridades mundiales expresaron públicamente sus condolencias y manifestaron su pesar por la muerte del papa Francisco.
Al momento de escribir este artículo, se están haciendo los preparativos para el funeral, al que asistirá gran parte de los líderes mundiales (al menos 170 jefes de Estado o de Gobierno irán al evento, según informó el miércoles la alcaldía de Roma) de todos los ámbitos de la sociedad. Miles ya se han acercado a la Basílica de San Pedro, esperando dar un último adiós a quien era el líder máximo de la Iglesia Católica.
Y, si bien los estudiosos de las profecías bíblicas empatizan con aquellos que han perdido a su referente religioso, están más preocupados por lo que sucederá luego del funeral, cuando los 252 cardenales que la Iglesia Católica tiene en todo el mundo tengan que escoger al próximo sumo pontífice.
¿Por qué este interés? Porque todo lo que suceda con uno de los dos mayores poderes político-religiosos del tiempo del fin, de acuerdo con Apocalipsis 13, capta la atención de aquellos que siguen el escenario profético actual.
Cabe aquí recordar que la interpretación de las profecías no se centra en una persona en particular, ya sea el papa que acaba de fallecer o el papa que será escogido muy pronto. En este sentido, no hay animadversión hacia el papa Francisco ni hacia quien lo sucederá. No, las profecías apuntan —en realidad— a un poder religioso que cobra protagonismo porque se opone a Dios y persigue a quienes desean alabarlo de acuerdo con los dictados de su conciencia y lo que la Biblia indica.
Basados en una interpretación historicista de las profecías apocalípticas, los adventistas interpretan que el “cuerno pequeño” de Daniel 7, el “hombre de pecado” en 2 Tesalonicenses 2 y la “bestia del mar” de Apocalipsis 13 se refieren al mismo poder: el papado. De acuerdo con esta interpretación, esta institución religiosa gradualmente subió al poder y se opuso a la verdad de Dios.
Según Apocalipsis 13:6 y 2 Tesalonicenses 2:3 y 4, este poder habla blasfemias y se pone en el lugar de Dios. Los adventistas creemos que ciertas afirmaciones como que el Papa es el “Vicario de Cristo” o que pueda perdonar pecados encajan en esta definición bíblica de blasfemia (Mar. 2:7).
Es más, Daniel 7:25 dice que el cuerno pequeño perseguiría “a los santos del Altísimo”. Esto se aplica al período medieval, cuando la Iglesia Católica Romana (bajo el papado) persiguió a los que consideraba herejes, incluidos los reformadores y los creyentes en la Biblia.
La profecía también menciona que este mismo poder intentaría “cambiar los tiempos y la ley” (Dan. 7:25); una referencia clara a la alteración de los Diez Mandamientos por parte del papado, especialmente el mandamiento del sábado. El cambio del sábado bíblico como día de reposo al domingo como día de culto fue instituido por la Iglesia Católica, no por Cristo o los apóstoles.
Las grandes profecías de tiempo apuntan también al papado. La profecía de los 1.260 días (que se encuentra en Daniel 7:25; Apocalipsis 12:6, 14; 13:5) señala a la época en que el papado se expandió por toda Europa en persecución de aquellos que consideraba herejes.
Y, si bien los tiempos han cambiado —el papado ya no puede ingresar en un Estado y condenar a los herejes, como lo hizo durante la época de la Inquisición—, sus deseos de predominio no han disminuido. Muchos consideran poco probable un nuevo escenario de persecución, tal como lo plantea la segunda parte de Apocalipsis 13, pero la profecía, que se ha cumplido al pie de la letra durante más siglos, señala en ese sentido. Por eso, simpatizamos en un nivel humano con aquellos que sinceramente se han sentido influidos por las palabras o las acciones del papa Francisco, pero también miramos de reojo las acciones de la institución del papado, ya que consideramos que la profecía bíblica la ubica en el centro del torbellino de los acontecimientos finales.
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