LA NECESIDAD DE VELAR

La oración y el Gran Conflicto.

La Biblia nos exhorta a orar siempre, a velar en oración, no sea que Satanás se interponga entre el alma y Dios de modo que Dios y Cristo queden fuera de nuestra vista y que la palabra de Dios quede sin efecto. El Enemigo quiere ocupar la mente de tal manera que los que profesan ser cristianos solo tengan unos pocos pensamientos errantes acerca de Dios, y solo dediquen momentos ocasionales y lánguidos a la oración. Así los haría olvidar acercase a Dios, quien es la gran reserva de poder del cristiano.

Jesucristo, nuestro gran Maestro, desea grabar en nuestras mentes la necesidad de esforzarnos seriamente en la oración, de hacer súplicas sinceras por sabiduría y gracia. “¿Qué aprovecha el hombre si gana el mundo entero y pierde su vida?” (Mat. 16:26). Satanás está constantemente trabajando para presentar las cosas mundanas bajo una luz tan atractiva que el cristiano pueda ser sobornado para hacer del mundo su primera consideración. Si indujera al cristiano a buscar tesoros mundanos y a dar importancia secundaria a las cosas de Dios, fácilmente borraría del alma la imagen de Dios. Jesús ha traído el Cielo a la vista, y presenta su gloria a nuestros ojos para que la Eternidad no quede fuera de nuestro cálculo. Con voz de advertencia, clama: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y los ladrones socavan y roban. Sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni polilla ni óxido corroen, ni ladrones destruyen ni roban. Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí estará también su corazón” (Mat. 6:19-21).

El Señor tiene en cuenta los intereses de sus criaturas. Él presenta el Cielo ante la visión, y al hacerlo está planeando nuestra paz en la Tierra. Debemos invertir en intereses celestiales y trabajar siempre con el Cielo en mente, depositando nuestro tesoro en el banco del Cielo. Mientras tengamos presente el Cielo, podremos disfrutar de las misericordias concedidas en esta vida con mayor deleite. Aquellos que hacen sacrificios por Jesús, consagran sus talentos a su servicio y se comportan como fieles administradores de los bienes de su Señor tienen la promesa de que serán recompensados. El Señor del Cielo les promete que en esta vida tendrán el ciento por uno, y en el mundo venidero la vida eterna.

Todo esfuerzo por superar el egoísmo y el pecado, todo esfuerzo por usar los talentos que Dios ha dado, no para glorificarse a sí mismo, sino para honrar a Dios, nos hará más aptos para estar entre los que serán bendecidos en el Reino de Dios. Los que se niegan a sí mismos se hacen partícipes de la naturaleza divina, y son uno con Cristo y con el Padre. La experiencia diaria de esta vida nos prepara para llegar a ser miembros de la familia real. Jesús vino a esta Tierra para entablar una lucha contra Satanás y sus ángeles en favor de los hombres caídos. Jesús conoce las tentaciones y las dificultades que el ser humano tendrá que afrontar en la batalla, y conoce y se conmueve por el sentimiento de nuestras flaquezas. Nos hace ver que, si salimos victoriosos de la contienda, lo ganaremos todo. Nos dice que los ángeles celestiales cooperarán con nosotros contra las huestes del mal. El Comandante del ejército del Señor está con nosotros y nos presta ayuda divina. Se oye su voz diciendo: “Tengan buen ánimo, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Los hijos del Rey celestial luchan a la vista y en presencia de todo el universo de Dios, y este hecho debe alentarnos en el conflicto, animarnos a seguir venciendo y a conquistar.

Extraído y adaptado de “Prayer and Watchfulness in the Conflict”, Signs of the Times, 4 de abril de 1895.

  • Mensajera del Señor, escritora y predicadora, Elena de White (1827-1915) fue una de las organizadoras de la Iglesia Adventista. Entre sus muchos escritos se encuentran cientos de valiosas cartas.

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