7 lecciones de Hechos 15 que debemos (re)aprender.
Por Pablo Ale. Pastor, periodista y editor de la ACES.
Foto: Seth Shaffer / AME (CC BY 4.0).
A priori, la primera impresión que se nos viene a la mente cuando alguien dice “la iglesia primitiva” es una larga mesa donde todos comparten alimentos en paz y cordialidad. Nos imaginamos una comunidad que convive en perfecta armonía y amor. Y esto es cierto según el relato de Lucas en el libro de los Hechos.
Sin embargo, la iglesia primitiva también tuvo sus desacuerdos. Ante esta situación ellos no eligieron el camino de las críticas públicas ni el rencor solapado. No. Escogieron la mejor opción: reunirse cara a cara, exponer las posiciones, debatir con respeto y apoyar unánimemente las decisiones tomadas.
Ante el inicio de un nuevo congreso de la Asociación General, bien haríamos en repasar la historia de Hechos 15. Es sabio aprender hoy las valiosas lecciones del pasado para seguir recorriendo nuestra historia.
Una problemática particular
En estos primeros años de existencia, la iglesia enfrentó un desafío significativo: la integración de gentiles (no judíos) en la fe. Algunos judíos convertidos en cristianos argumentaban que los gentiles convertidos al cristianismo debían circuncidarse a fin de cumplir con la Ley de Moisés para ser salvos (Hech. 15:1, 5).
Esta controversia amenazaba con dividir a la iglesia naciente, ya que los apóstoles y otros líderes (como Pablo y Bernabé) enseñaban que la salvación venía por la fe en Cristo, no por las obras de la ley.
Ante la crisis, la iglesia necesitó un mecanismo para abordar esta cuestión de manera ordenada y con autoridad. Esto llevó a la convocatoria del Concilio de Jerusalén.
Lección 1: La necesidad de una organización
“Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto” (Hech. 15:6).
En la Iglesia nada debe hacerse en secreto o a escondidas. Por eso, a nivel de iglesia local se realizan las reuniones de junta y reuniones administrativas. Lo mismo ocurre a nivel Asociación/Misión y Unión. Desde luego, esto se aplica a la Asociación General. Así, cada cinco años, los delegados de todas las regiones del mundo se dan cita en un evento global a fin de elegir a las nuevas autoridades y establecer las planificaciones para el siguiente quinquenio. Siempre la base es el principio de 1 Corintios 14:40: “Hágase todo decentemente y con orden”.
Lección 2: La necesidad de un liderazgo
“Después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo… […] Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo… […] Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo…” (Hech. 15:7, 12 y 13, RVR 1960).
La presencia de discípulos directos de Jesús (como Pedro y Jacobo), la de misioneros en el campo de acción (como Pablo y Bernabé) junto con otros ancianos, demuestra la importancia de un liderazgo establecido. Estos líderes no solo tenían autoridad espiritual, sino también la responsabilidad de guiar a la iglesia en decisiones doctrinales. Jacobo (Santiago), en particular, parece haber ejercido un papel de liderazgo más preponderante al resumir el debate y proponer una resolución (Hech. 15:13-21). Los líderes desempeñan un papel clave. No son elegidos para ejercer poder, ni están designados para actuar en forma autoritaria. Ocupan un lugar preponderante para servir, organizar y dirigir de la mejor manera al pueblo de Dios, que siempre tuvo líderes destacados como Moisés, Josué y Nehemías.
Lección 3: La necesidad de una deliberación colectiva
“Nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo…” (Hech. 15:25).
El concilio de Jerusalén no fue una decisión unilateral, sino un proceso de discusión en el que se escucharon diferentes perspectivas. Pablo y Bernabé relataron sus experiencias misioneras entre los gentiles, mientras que Pedro recordó cómo Dios había aceptado a los gentiles sin requerir la circuncisión (Hech. 15:7-12). Este enfoque colaborativo refleja la necesidad de una estructura que permita el diálogo y la toma de decisiones en comunidad.
A veces, existen personas que quieren hacer las cosas por su cuenta, de manera independiente. Son los que quieren imponer sus propias agendas. La iglesia no funciona de esa manera. Así como la Escritura no es de interpretación privada (2 Ped. 1:20), tampoco lo son las decisiones eclesiásticas.
Lección 4: La necesidad de una comunicación efectiva
“Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta” (Hech. 15:30).
El concilio emitió una resolución clara: los gentiles no estaban obligados a circuncidarse ni a guardar toda la ley de Moisés, pero se les pidió abstenerse de ciertas prácticas para evitar ofender a los judíos cristianos. Esta decisión fue considerada como guiada por el Espíritu Santo (Hech. 15:28), lo que subraya la creencia de que la organización eclesial debe estar sujeta a la dirección divina. Nos encontramos aquí ante un tema medular. La Iglesia necesita la guía permanente del Espíritu Santo. Su dirección es indispensable. La Iglesia se estableció y organizó solo por la obra del Espíritu Santo (Hech. 1:8; 2:1-12; 4:8; 5:3; 6:3; 9:17; 11:15 y 13:2, entre otros).
La resolución fue comunicada a las iglesias a través de una carta oficial, entregada por representantes confiables como Judas y Silas (Hech. 15:22-27). No hubo lugar a especulaciones o mensajes confusos. Esto muestra la importancia de una comunicación clara y estructurada para asegurar que las decisiones sean comprendidas y aplicadas en toda la comunidad eclesiástica.
Lección 5: La necesidad de la unidad y de la paz
“Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación” (Hech. 15: 30, 31).
El resultado del concilio fue la preservación de la unidad de la iglesia. Los gentiles recibieron la carta con gozo y la resolución permitió que judíos y gentiles convivieran en armonía, fortaleciendo la misión de la iglesia. Cuando se hacen las cosas bien y con orden, el resultado siempre es la armonía y la alegría. Sin una estructura adecuada para abordar las disputas o las diferencias teológicas, pueden surgir fracturas graves en la comunidad de fe. El concilio de Jerusalén muestra cómo una organización clara, que cuente con líderes reconocidos y con procesos definidos, puede prevenir divisiones y ayudar a consolidad la sana doctrina.
Lección 6: La necesidad de fundamentarse en la Biblia
“Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito…” (Hech. 15:15).
La iglesia necesita un mecanismo para discernir y articular la verdad bíblica frente a enseñanzas erróneas o controversiales. En Hechos 15, los líderes recurrieron a las Escrituras. La argumentación que da Santiago está basada en Amós 9:11 y 12. La única unidad es la unidad en la verdad bíblica, más allá de los argumentos humanos, las prácticas culturales o las imposiciones de la cultura.
Lección 7: La necesidad de una misión
“Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos” (Hech. 15:35).
La organización es vital, pero no es un fin en sí misma. Es solo un medio para cumplir el propósito de Dios: edificar a la iglesia y avanzar en su misión. La iglesia debe buscar siempre la guía del Espíritu Santo y mantenerse fiel a las Escrituras, asegurando que su estructura sirva para glorificar a Dios y no para promover agendas humanas.
Una iglesia organizada puede coordinar esfuerzos misioneros y responder a los desafíos del crecimiento. La decisión del concilio de Hechos 15 facilitó la expansión del evangelio al eliminar barreras innecesarias para los gentiles.
Nos organizamos para llevar el evangelio a todo el mundo y terminar la obra que Dios nos encargó. El congreso de Saint Louis 2025 no se lleva a cabo como un simple evento social, comunitario u organizacional. No. Es un disparador misionero. Líderes, pastores, laicos y todos los que allí asistan y compartan experiencias deberán salir más consagrados a Dios y más motivados para cumplir la misión.
Conclusión
Una iglesia que resuelve sus conflictos de manera ordenada y amorosa da un testimonio poderoso al mundo. En Hechos 15, la resolución no solo fortaleció a la iglesia internamente, sino que también mostró a los de afuera que los cristianos podían manejar sus diferencias con sabiduría y gracia.
El modelo de Hechos 15 sigue siendo relevante para la iglesia de hoy, que también enfrenta problemáticas similares como diferencias doctrinales, tensiones culturales o cuestiones éticas. La organización de la iglesia no es opcional, sino esencial para su salud y efectividad.
En un mundo donde la iglesia enfrenta desafíos complejos, este capítulo de la Escritura nos anima a valorar la organización como un medio para mantener la fidelidad al evangelio y cumplir la misión de hacer discípulos de todas las naciones.
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