¿Puede un cristiano practicar la “atención plena”?
Por Rodrigo Arias
Cada vez más cristianos se sienten preocupados por el auge de la práctica del mindfulness (también llamada “atención plena”), especialmente cuando se la aplica en la psicología o en terapias para la salud mental.
Específicamente, algunos investigadores cristianos expresan esta preocupación. Por ejemplo, J. Knabb y V. Vazquez señalan: “La atención plena en Occidente es una importación relativamente reciente del budismo de Oriente, que emana de un sistema religioso único. En el proceso, supuestamente se ha ‘secularizado’; es decir, se ha apartado de su cosmovisión religiosa más amplia y se ha incorporado a muchos programas e intervenciones occidentales. Sin embargo, creemos que sus influencias religiosas siguen presentes, especialmente su telos, o propósito”.1
Ante este panorama, en el presente artículo trataremos de responder algunas preguntas como: ¿Qué es el mindfulness y cómo se lo utiliza? ¿Debemos realmente preocuparnos? ¿O será que estamos perdiendo el tiempo intentando —como dijo Jesús— “colar el mosquito” (Mat. 23:24) por estar alertas ante esta práctica? Por otro lado, ¿podríamos hablar de una alternativa cristiana para practicar la “atención plena”?
¿Qué es el mindfulness?
El Diccionario de Psicología de la Asociación Americana de Psicología (APA) lo define de la siguiente manera: “Conciencia de los propios estados internos y del entorno. El concepto se ha aplicado a diversas intervenciones terapéuticas (por ejemplo, la terapia cognitivo-conductual basada en la atención plena, la reducción del estrés basada en la atención plena y la meditación de atención plena) para ayudar a las personas a evitar hábitos y respuestas destructivos o automáticos aprendiendo a observar sus pensamientos, emociones y otras experiencias del momento presente sin juzgarlos ni reaccionar ante ellos”.2
Ahora bien, el Dr. Jon Kabat-Zinn (uno de los principales especialistas en mindfulness) explica: “Una definición práctica de la atención plena es: la conciencia que surge al prestar atención de manera intencionada al momento presente y sin juzgar el desarrollo de la experiencia momento a momento”.3
Existen distintas técnicas que se aplican para intentar lograr esto, por ejemplo: meditación de atención plena (concentrarse en la respiración, observando los pensamientos y las sensaciones sin juzgarlos), escaneo corporal (prestar atención a cada parte del cuerpo, notando cualquier tensión o sensación), meditación caminando (caminar lentamente, prestando atención a cada paso y a las sensaciones del cuerpo al moverse), atención plena en las actividades diarias (enfocarse en las sensaciones y el momento presente durante las actividades cotidianas). Mientras se realizan estas prácticas, se busca entrenar la capacidad de reconocimiento de las experiencias directas; es decir, qué pensamientos, emociones y sensaciones se experimenta. Como el objetivo final es reducir el estrés, la ansiedad y el dolor físico, se motiva a los participantes a explorarse con preguntas del tipo: “¿Cómo estoy experimentando y relacionándome con mis molestias físicas o psicológicas? ¿Qué posibilidades hay para superar los patrones reactivos aversivos habituales y responder con mayor consciencia y autonomía?”4
El Dr. Kabat-Zinn ha sido el gran pionero en la aplicación de la atención plena a la reducción del estrés, lo que ha sido llamado en inglés Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR); es decir, Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena (REBAP). Él señala lo siguiente acerca del origen del mindfulness:
“Históricamente, la atención plena se ha denominado ‘el corazón’ de la meditación budista (Thera, 1962). Reside en el núcleo de las enseñanzas del Buda (Gunaratana, 1992; Hanh, 1999; Nanamoli y Bodhi, 1995), tradicionalmente descrita por la palabra sánscrita dharma, que conlleva el significado de legalidad, como en ‘las leyes de la física’, o simplemente ‘la forma en que son las cosas’, como en la noción china de Tao. Se podría pensar en el Buda histórico como, entre otras cosas, un científico y médico nato que no tenía nada en cuanto a instrumentos aparte de su propia mente, cuerpo y experiencia, pero que logró utilizar estos recursos innatos con gran eficacia para ahondar en la naturaleza del sufrimiento y la condición humana. Lo que surgió de esta ardua y decidida investigación contemplativa fue una serie de profundas intuiciones, una visión integral de la naturaleza humana y una ‘medicina’ formal para tratar su ‘enfermedad’ fundamental, caracterizada típicamente como los tres ‘venenos’: la codicia, el odio (aversión) y la ignorancia/engaño (inconsciencia)”.5
Ahora bien, la investigación científica acerca del mindfulness ha sido muy fructífera. Muchos estudios han arrojado evidencias de que los programas basados en la atención plena son efectivos para ayudar en la salud psicológica.6 ¿A qué se debe esto? A que —en gran medida— estos programas de investigación han sido subvencionados por aportes de recursos del mundo budista, como lo señala Kabat-Zinn: “Los diálogos continuos entre científicos, académicos y contemplativos que se han desarrollado durante los últimos treinta años, impulsados por el interés del Dalai Lama en la ciencia y por el Instituto Mente y Vida, han contribuido enormemente al crecimiento de este campo”.7
Sin embargo, también debe mencionarse que algunos investigadores han observado que la práctica del mindfulness puede ocasionar malestar psicológico y físico. Por ejemplo, en un análisis de varios estudios se halló que algunas personas experimentaron efectos adversos como ansiedad, depresión, estrés, anomalías cognitivas, problemas gastrointestinales, entre otros; incluso, en personas sin antecedentes de problemas de salud mental. 8
A su vez, otro estudio reveló que los jóvenes, las personas con bajos ingresos, las personas sin educación universitaria y las minorías raciales/étnicas son los grupos más propensos a experimentar los efectos negativos de la práctica del mindfulness.9
¿Colando el mosquito?
Quizá te preguntes a esta altura por qué, habiendo tantas cosas importantes de las cuales ocuparnos, es necesario ponerse a “hilar fino” con un tema como este. ¿Tiene algún sentido? ¿No sería perder el tiempo y las energías en algo que no tiene realmente importancia? ¿No estaríamos intentando “colar el mosquito”? Créeme que yo me lo pregunté muchas veces. Y la respuesta que encontré me llevó a escribir este artículo.
Jesús expresó estas proverbiales palabras cuando reprendió duramente a los escribas y los fariseos, señalándoles: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas! Porque dan el diezmo de la menta, el eneldo y el comino; y dejan lo más importante de la ley, a saber, la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es necesario hacer, sin dejar lo otro. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y tragan el camello!” (Mat. 23:23, 24).
Parece que algunos fariseos filtraban sus bebidas a través de una tela delgada para asegurarse de que no habían tragado inadvertidamente un mosquito, el más pequeño de los animales impuros (Lev. 11:23). El camello, en tanto, era el más grande de los animales impuros.
Jesús basó esta hipérbole (es decir, una exageración intencional de una idea para enfatizar el concepto) tomando lo que enseña la Biblia acerca de no comer animales inmundos (Lev. 11). Jesús no estaba diciendo simplemente “los mosquitos no importan”; sino —más bien— que necesitamos coherencia cuando intentamos ser minuciosos, sobre todo cuando se trata de cuestiones espirituales. ¿De qué serviría ser tan precisos en las cosas pequeñas si descuidamos las más grandes e importantes? En realidad, fue un fuerte llamado de Jesús a los fariseos y los escribas (y a nosotros) a dejar la hipocresía.
Además de esta primera observación necesaria y fundamental, sobre la cual volveremos más adelante, debemos decir que, quizá, la cuestión del mindfulness no es simplemente “un mosquito” para la vida espiritual. Como veremos, se trata de algo mucho más grande o esencial.
Buenas intenciones ¿e ingenuidad?
El Dr. Kabat-Zinn recuerda cómo comenzó el gran movimiento del mindfulness en EE. UU.:
“Lo más importante en ese momento era la posibilidad de compartir una tradición y práctica de sabiduría muy desarrollada en un extremo del planeta y escasamente desarrollada en el otro, al menos en la cultura estadounidense, tal como yo la veía. Parecía como si simplemente se tratara del dharma [doctrina budista] derramándose de una cultura a otra, porque era una solución radical y también potencialmente práctica al problema del sufrimiento en la intersección de la medicina científica y la vida misma, y a lo estresante y doloroso que puede ser ese sufrimiento. El Buda enseñó claramente que la atención plena, tal como se expresa en el Sutra Satipatthana, es el camino directo a la liberación de ese sufrimiento. Me lo tomé muy en serio. Como devoto estudiante zen, con mi particular formación como científico y meditador, el impulso de compartirlo fue apremiante y lógico, especialmente por la intuición de que sería enormemente valioso para los estadounidenses de todos los ámbitos adoptar una práctica regular de meditación en masa”.10
Tal vez las mejores intenciones humanas hayan estado detrás del origen de este gran movimiento. Sin embargo, cuando Kabat-Zinn cree que trabajar con las mentes para lograr la atención plena a partir de conceptos budistas no implica transmitir budismo, peca de ingenuidad (en el mejor de los casos). Para intentar sostener esta presunción, llegó al punto de afirmar:
“Por supuesto, el propio Buda no era budista. Uno podría pensar en el dharma como una especie de gramática generativa universal (Chomsky, 1965), un conjunto innato de reglas empíricamente comprobables que gobiernan y describen la generación de las experiencias internas, en primera persona, de sufrimiento y felicidad en los seres humanos. En ese sentido, el dharma es en esencia verdaderamente universal, no exclusivamente budista. No es ni una creencia, ni una ideología ni una filosofía. Más bien, es una descripción fenomenológica coherente de la naturaleza de la mente, la emoción y el sufrimiento, y su potencial liberación”.11
Este planteo de Kabat-Zinn fue publicado en 2003. Es interesante que una publicación suya de 2019, es decir, 16 años después, transmite la misma idea de que “Buda no era budista”, pero con menor convicción:
“MBSR pretendía ser una vía de acceso potencialmente hábil y potente al corazón y a la esencia de la sabiduría del dharma, al menos una primera exposición […]. Pero no fue, ni jamás será, un vehículo para enseñar el budismo en sí, ni de forma disimulada, ni encubierta, ni de ninguna otra índole. Aun así, conviene tener presente que el budismo en sí fue y sigue siendo un desarrollo evolutivo e histórico, y que el propio Buda, posiblemente, no era budista”.12
Claro está que Kabat-Zinn se quiere referir así al hecho de que no se enseña formalmente budismo mediante la práctica de la atención plena, pero él mismo reconoce algo revelador cuando reflexiona acerca del avance impresionante de la aplicación de la atención plena:
“Además, ahora hay cientos, si no miles, de clínicos, investigadores, estudiantes de posgrado, jóvenes científicos, médicos y otros profesionales comprometidos con el cultivo de la atención plena en su propia vida […] prácticamente todos ellos trabajan en entornos convencionales (evito el término ‘secular’ en la medida de lo posible, como en ‘atención plena secular’, ya que me parece dualista y renuncia al elemento sagrado de la práctica y la vigilia encarnada, algo que no estoy dispuesto a hacer) para introducir una mayor atención plena y una mayor espiritualidad en la cultura de diversas maneras y en diversos ámbitos”.13
De hecho, cuarenta años después del origen de su programa de atención plena para el control del estrés, haciendo un balance de la gran cantidad de investigaciones e intervenciones logradas hasta el presente, destaca que se abre una nueva etapa en la que debiera consolidarse todo lo desarrollado en este tiempo. Para lograr ese objetivo, señala seis puntos que debieran tenerse en cuenta, de los cuales el primero es “las profundas, innegables y esenciales raíces dharma de la atención plena”; mientras en el sexto reafirma “mantener intacta la integridad, el rigor, el núcleo ético y la perspectiva e intención liberadoras de su dharma universal”.14
Recordemos que el dharma es la cosmovisión budista; es decir, la forma de entender la realidad (como lo define el mismo budismo): “El dharma no se limita a una serie de reglas o deberes, sino que es el orden cósmico, la ley universal que rige la existencia y la naturaleza de todas las cosas […]. Siddhartha Gautama, al alcanzar la iluminación bajo el Árbol de Bodhi, reveló las Cuatro Nobles Verdades y el Noble Óctuple Sendero como parte esencial del dharma. Estas enseñanzas proporcionan un marco para comprender el sufrimiento humano y el camino hacia la liberación”.15
Voces que se alzan
Algunos destacados investigadores cristianos en el ámbito de la psicología están expresando su preocupación acerca de la aplicación del mindfulness entre pacientes de espiritualidad y/o religiosidad cristiana. Uno de ellos es el Dr. J. Knabb. Él señala:
“Aunque algunos han sugerido que la atención plena como práctica meditativa se ha ‘secularizado’ lo suficiente para su consumo masivo en comunidades tanto religiosas como no religiosas, argumentamos, junto con otras voces (por ej., Brown, 2016), que algunos de sus supuestos budistas aún se mantienen como ‘budismo oculto’, lo que plantea un problema para los adultos religiosos no budistas que tienen sus propias prácticas meditativas integradas en su propio sistema religioso”.16
¿Qué tipo de problemas? Knabb señala que el paciente cristiano no puede ser realmente beneficiado si se lo induce a practicar una meditación con un trasfondo filosófico-espiritual que se contradice directamente con su fe.17 En este sentido, Knabb señala algunas de las contradicciones más evidentes:18
“La cosmovisión cristiana parte de que hay un Dios, creador y sustentador de todo. En el budismo no hay dios.
“La Biblia enseña que el ser humano es un ser individual y único, creado a imagen y semejanza de Dios. En el budismo no hay ser.
“La Biblia enseña que los cristianos necesitan aferrarse a Dios (por ej. Sal. 63:8) y deben entregarse a él como ofrenda (Rom. 12:1, 2). En el budismo no hay nada a lo que aferrarse o a lo que renunciar.
“Los cristianos se esfuerzan por vaciarse de sí mismos (Fil. 2:5-8) para fundirse con Dios (Juan 17:20-23), mientras que los budistas se esfuerzan para alcanzar la unidad con el Universo.
“El cristianismo enseña que habrá un juicio eterno de Dios (Ecl. 12:13, 14; Mat. 25:31-46), mientras que el budismo enseña el karma (la ley de causa y efecto) y la reencarnación”.
Luego, Knabb agrega una diferencia más, directamente relacionada con la técnica de la atención plena: En el budismo, la meditación se concentra en buscar la “experiencia pura” como la percibe el “yo”; tal es su fin último. En cambio, en el cristianismo el fin último de la meditación en conectarse con Dios, el Creador. Aquí son muy ilustrativas las palabras de Merton (2003): “En el budismo no parece haber ningún esfuerzo por ir más allá del yo interior. En el cristianismo, el yo interior es simplemente un trampolín hacia la conciencia de Dios”.19
En este sentido, el Dr. C. Fayard, en su obra Principios cristianos para la práctica del asesoramiento psicológico y la psicoterapia, señala que, “en concordancia con sus raíces budistas, ninguno de los enfoques basados en mindfulness afirma la centralidad y la realidad de Dios […] [en cambio] el objetivo en el caminar cristiano no es la disolución del yo en una conciencia universal, sino la entrega a Dios”.20
Y amplía estos conceptos sosteniendo: “Las intervenciones mindfulness enseñan a los individuos cómo desconectarse al centrarse en el presente y disminuir el juicio […]. A través del mindfulness, los budistas exploran ‘la riqueza de la experiencia pura’, esos breves momentos cuando la mente no está ocupada en la construcción de significado. Por el contrario, un enfoque fundamentado en el cristianismo puede facilitar la desconexión de aspectos negativos en la propia vida desarrollando un caminar más cercano con Cristo y encontrar una riqueza de experiencia permaneciendo en el Espíritu Santo”.21
La meditación cristiana como terapia
Hay investigadores que están considerando y estudiando seriamente el tema de la meditación cristiana como terapia. El Dr. Knabb, por ejemplo, está ensayando con un protocolo que consiste básicamente en enseñar a sus pacientes a pasar progresivamente de la preocupación a una conciencia del amor de Dios y sus promesas. En su programa de meditación cristiana, que tiene una extensión de cuatro semanas, enseña a sus pacientes a:
1-Identificar y registrar posibles preocupaciones.
2-Meditar sobre el amor infinito de Dios (1 Juan 4:8), su sabiduría (Rom. 11:33), su poder (Sal. 147:5) y su providencia (Rom. 8:28) repitiendo interiormente versículos seleccionados en respuesta a la preocupación.
3-Contemplar el amor de Dios a través de una frase corta cuando comienzan a preocuparse.
Los resultados que ha observado van mostrando que la práctica de la meditación cristiana genera beneficios comprobables para la salud psicológica.22
En este sentido, el Dr. Fayard (en su amplia trayectoria como psicólogo clínico e investigador) ha observado que las prácticas meditativas efectivas para los pacientes “arraigados bíblicamente” son las que “llevan al paciente a fortalecer un vínculo psicológico con Dios como un Padre misericordioso”.23
Por nuestra parte, en la Universidad Adventista del Plata (Argentina), estamos trabajando para establecer una línea de investigación que explore cómo aplicar la meditación bíblica para el incremento del bienestar psicológico y la salud en general. Partiendo de la cosmovisión bíblica, entendemos que tal meditación debe ser relacional y trascendente. ¿Qué significa esto? Que debe conducir la mente a conectarse con Dios y la paz que él nos ofrece en su Palabra, tal como dice Filipenses 4:7: “Y la paz de Dios, que supera todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.
Asimismo, Elena de White observa: “Debemos oírlo individualmente hablarnos al corazón. Cuando todas las demás voces quedan acalladas, y en la quietud esperamos delante de él, el silencio del alma hace más distinta la voz de Dios. Nos invita: ‘Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.’ Solamente allí puede encontrarse verdadero descanso […] el alma que es así refrigerada quedará rodeada de una atmósfera de luz y de paz”.24
Una fuente bíblica por excelencia para entender cómo funciona la meditación bíblica para aquietar la mente en Dios puede hallarse en la enseñanza de Jesús sobre el afán y la ansiedad, registrada en Mateo 6:25 al 34. Personalmente, considero que allí está registrada la versión original y verdadera de la atención plena. El espacio aquí no nos permite desarrollar esta idea, pero está a disposición en Internet (pueden buscarla en YouTube) una reflexión que presenté hace un tiempo titulada “El mindfulness de Jesús”.25
No nos olvidemos del camello
Finalizando, es necesario aclarar que el proceso psicológico de la atención plena no es en sí mismo negativo. Sin duda, desarrollar la capacidad de conectarse con el presente disminuye la ansiedad y tranquiliza la mente. Por el contrario, vivir conectados con el futuro o con el pasado —sin poder disfrutar del momento presente— afecta la salud psicológica. La Biblia destaca la importancia de conectarse con el presente, con el llamado “aquí y ahora”. Dice Salmo 118:24: “Este es el día que hizo el Señor. Regocijémonos y alegrémonos en él”. Escribe Pablo en 2 Corintios 6:2: “Porque él dice: ‘En tiempo aceptable te oí, en el día de la salvación te ayudé’. Ahora es el tiempo aceptable, ahora es el día de la salvación”.
Con absoluta certeza podemos afirmar que la Biblia nos presenta la dimensión más profunda y trascendente de la experiencia de estar conectados con el presente, a fin de recibir así la paz que solo Dios nos puede dar: “Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo” (Juan 14:27, NTV).
Ahora bien, ya planteamos que el mindfulness de base budista es más que solo un inofensivo “mosquito”. No nos olvidemos que las tramposas estrategias de Satanás consisten en tergiversar y cambiar (a veces, de forma casi imperceptible) todo lo bueno que Dios nos ofrece. Lo hizo con la alimentación, con la sexualidad, con la adoración, entre otras temáticas; bien puede hacerlo en este aspecto de la meditación.
Entonces, ¿cuál podría ser el “camello” que nos estamos tragando? Como ya mencionamos, Jesús se refería con esta hipérbole al problema de la hipocresía y la falta de coherencia de los religiosos sumamente escrupulosos que buscaban ser tan precisos con los detalles de la religión pero se olvidaban de lo fundamental.
Necesitamos reflexionar acerca de qué “camellos” nos estaremos engullendo en la religión cristiana, ya que —muchas veces— pareciera que no tenemos esa paz que muchos están buscando en el mindfulness. La promesa de Dios es firme y segura: “Mi presencia irá contigo, y te haré descansar” (Éxo. 33:14). ¿Qué descanso más profundo y completo podría existir que estar en la presencia de Dios?
Por eso, Elena de White escribió: “Debemos ser las personas más felices de la Tierra, y no pedirle perdón al mundo por ser cristianos”.26 Quizá necesitemos preguntarle al Señor, arrojados a sus pies y buscando sanamente el estar con “atención plena” es su presencia, lo que le preguntó el joven rico: “¿Qué más me falta?” (Mat. 19:20).
Lo que ofrece el mindfulness (con sus raíces paganas y sus ideas teológicamente erradas) es (de alguna manera) lo que Dios ya había ofrecido en su Palabra. Kabat-Zinn dice: “Después de todo, la integración del dharma a través de la atención plena es un acontecimiento positivo y sanador, y una gran oportunidad para abordar algunas de las fuentes más fundamentales de dolor y sufrimiento en nuestro mundo actual”.27 Jesús dice: “Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo les daré descanso. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mat. 11:28-30)”.
Es cierto que los cristianos no estamos llamados simplemente a formar una comunidad terapéutica para estar tranquilos en este mundo. No. Estamos llamados a una misión mucho más trascendente: prepararnos (y preparar a todos los que acepten) para la segunda venida de Jesús a fin de vivir para siempre en el Cielo. Por eso, no se trata simplemente de sentirnos mejor “aquí y ahora”. El evangelio es mucho más que eso. Pero ¿no debería también incluir eso? La respuesta nos la da Jesús mismo, en el mismo texto del mosquito y el camello: “Esto es necesario hacer, sin dejar lo otro” (Mat. 23:23). RA
Rodrigo Arias, pastor y Doctor en Psicología. Fue orador del programa Una Luz en el Camino y actualmente es el director de la carrera de Psicología de la Universidad Adventista del Plata.
Referencias
1 J. Knabb y V. Vazquez (2023), “Decentering mindfulness: toward greater meditative diversity in global public health”, Mindfulness, p. 3.
2 https://dictionary.apa.org/mindfulness
3 J. Kabat-Zinn (2003), “Mindfulness-based interventions in context: Past, present, and future”, Clinical Psychology: Science and Practice, 10(2), p. 145.
4 R. S. Crane, J. Brewer, C. Feldman, J. Kabat-Zinn, S. Santorelli, J. M. G. Williams y W. Kuyken (2017), “What defines mindfulness-based programs? The warp and the weft”, Psychological medicine, 47(6), p. 994.
5 Kabat-Zinn, ibid., p. 145.
6 Crane y otros, ibid., p. 990.
7 J. Kabat-Zinn (2019), “Foreword: Seeds of a necessary global renaissance in the making: the refining of psychology’s understanding of the nature of mind, self, and embodiment through the lens of mindfulness and its origins at a key inflection point for the species”, Current Opinion in Psychology, 28, p. xvi.
8 M. Farias, E. Maraldi, K. C. Wallenkampf y G. Lucchetti (2020), “Adverse events in meditation practices and meditation-based therapies: a systematic review”, Acta Psychiatrica Scandinavica, 142(5), pp. 374-393.
9 S. Goldberg, S. Lam, W. Britton y R. Davidson (2022), “Prevalence of meditation-related adverse effects in a population-based sample in the United States”, Psychotherapy Research, 32(3), pp. 291-305.
10 Kabat-Zinn (2019), ibid., p. Xv.
11 Kabat-Zinn (2003), ibid., pp. 145, 146.
12 J. Kabat-Zinn (2017), “Too early to tell: the potential impact and challenges —ethical and otherwise— inherent in the mainstreaming of dharma in an increasingly dystopian world”, Mindfulness, 8(5), p. 1.131.
13 Kabat-Zinn, ibid., p. 1.132.
14 Kabat-Zinn (2019), ibid., p. Xiii.
15 https://budista.org/dharma/
16 Knabb y Vázquez (2023), ibid., p. 3.
17 Ibid., p. 5.
18 J. Knabb (2012), “Centering prayer as an alternative to mindfulness-based cognitive therapy for depression relapse prevention”, Journal of Religion and Health, 51(3), pp. 912, 913.
19 Ibid., p. 913.
20 C. Fayard (2023), Principios cristianos para la práctica del asesoramiento psicológico y la psicoterapia: Un enfoque neuropsicoespiritual, p. 380.
21 Ibid., p. 65.
22 Knabb (2023), ibid., p. 6.
23 Fayard (2023), ibid., p. 458.
24 Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Buenos Aires: ACES, 2008), p. 331.
25 https://youtu.be/kgQ0IDCfbj8?si=aq4ysmma3BhTkDB3
26 Elena de White, Mente, carácter y personalidad (Buenos Aires: ACES, 2013), t. 2, p. 646.
27 Kabat-Zinn (2017), ibid., p. 1.126.
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