¡Basta de enfocar los reflectores en el antagonista!
Imagina que entras a un teatro con luces tenues. En el centro del escenario, bajo un reflector que ilumina intensamente, se encuentra el actor principal. Su presencia domina la escena: cada palabra, cada gesto, cada movimiento tiene un propósito. Pero en la sombra, en los bordes del escenario, hay otro personaje: ruidoso, inquietante, intentando robar la atención del público. Su papel es importante, sí, pero no es el centro de la obra.
Así es el libro de Apocalipsis.
Muchos lectores, fascinados por los símbolos oscuros, las bestias aterradoras y los movimientos históricos del dragón, terminan enfocando su atención en el antagonista. Sin embargo, como en cualquier gran historia, es el protagonista quien lleva el peso del relato. En este caso, ese protagonista es Jesús, el Cordero que fue inmolado y ahora reina victorioso.
Perderlo de vista es como ir al teatro y pasarse toda la obra observando al actor secundario en las sombras, ignorando al verdadero héroe en el centro de la luz.
En una aplicación histórica actual, muchos están encandilados por los movimientos del papado, que en la profecía bíblica (ver el cuerno pequeño de Daniel 7 y 8, y la primera bestia de Apocalipsis 13, por ejemplo) tiene el papel de antagonista del Cordero que fue inmolado, Jesús, el protagonista de la historia no solo mundial, sino también universal y por las edades eternas.
Si dedicamos más atención a hacer un análisis del nuevo papa, si dedicamos más tiempo a estudiar cuáles podrían ser los próximos movimientos del papado que a confiar en la victoria de Jesús y lo que está haciendo para poner un punto final al conflicto (incluyendo el papel que debemos desempeñar en este tiempo del fin para anunciar su pronto regreso), estamos haciendo del antagonista un protagonista. La meta del antagonista es impedir, obstaculizar o desafiar al protagonista, pero nunca podrá vencerlo ni ocupar su lugar. Enfocar los reflectores en el antagonista es ubicarlo en la escena central como vencedor. Y ese no es ni nunca será el caso.
Aunque el libro de Apocalipsis menciona figuras poderosas como el dragón (Satanás), la narrativa y el mensaje central giran completamente en torno a Jesucristo como protagonista absoluto. Ya la misma introducción del libro lo aclara: “La Revelación de Jesucristo”. Este versículo inicial (Apoc. 1:1) establece claramente que el propósito del libro es revelar a Jesucristo, no al dragón ni al enemigo. Todo lo que ocurre en las visiones tiene como fin exaltar a Cristo como el Cordero vencedor, no a sus enemigos.
También presenta a Jesús como aquel que es capaz de abrir los sellos de la historia. En Apocalipsis 5, solo el Cordero que fue inmolado, Jesús, es digno de abrir el libro sellado con siete sellos, lo que representa su autoridad sobre el destino del mundo y su victoria redentora. Nadie más en el Cielo ni en la Tierra puede hacerlo (Apoc. 5:9). Claro, el dragón hace sus movimientos, pero no es él el que domina la historia ni marca el ritmo ni las pautas.
Por sobre todo, Jesús aparece como vencedor en cada parte clave del conflicto. Aunque el dragón (Satanás) se menciona en Apocalipsis 12 y otros pasajes como enemigo del pueblo de Dios, Jesús es el que derrota al dragón. El conflicto culmina con la victoria de Cristo sobre Satanás (Apoc. 12:11).
Por esta razón, Jesús es el centro del trono y la adoración celestial. El libro está lleno de escenas de adoración, y todas están centradas en Dios y el Cordero. El Cielo entero alaba al Cordero, y su victoria es el eje de la esperanza escatológica (Apoc. 5:12).
Finalmente, el Apocalipsis presenta al Jesús que regresa como Rey triunfante y establece el reino eterno. En Apocalipsis 19 al 22, Cristo regresa montado en un caballo blanco, con el nombre “Rey de reyes y Señor de señores”, derrotando a la bestia y al falso profeta, y lanzando al dragón al lago de fuego. La historia no termina con el dragón como protagonista, sino con el reinado eterno de Jesús y la restauración de todas las cosas.El dragón no es el protagonista, sino el antagonista vencido. El Apocalipsis es un libro de esperanza, centrado en la victoria del Cordero de Dios, que conduce a la creación de un cielo nuevo y una Tierra nueva donde Cristo reina para siempre (Apoc. 21–22). Jesús no solo es el centro del relato, sino también la esperanza, el Juez justo, el Redentor y el Rey glorificado.
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